“La papa esta triste” – esta frase escuchamos con frecuencia en nuestra gira por el área rural de Chinchero, cerca de Cusco, Perú. El estrés hídrico no deja opción; las comunidades rurales, por la necesidad de adaptar la gestión del agua ante la crisis climática empezaron a sembrar agua: Pero para que esta resiliencia no se vea directamente consumada por un uso desmedido del recurso agua por los centros urbanos hace falta comprender la necesaria reciprocidad en el territorio.
En las próximas décadas, la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra alfabetización ecológica, la capacidad de comprender los principios básicos de la ecología y vivir de acuerdo con ellos, y debe convertirse en una habilidad fundamental para los responsables políticos, los líderes empresariales y los profesionales de todos los sectores, por lo que si la parte más importante de la educación en todos los niveles
En este informe, publicado en mayo de 2022, analiza a instituciones financieras que, entre otras cosas, invierten en empresas mineras que violan los derechos de los pueblos indígenas, prestan a fabricantes europeos de pesticidas que venden sus productos tóxicos a países con estándares menos estrictos. Facilitan la colocación de bonos para empresas de defensa que operan desde Beneficio de la guerra en Yemen. En conjunto, las empresas examinadas en el informe suman más de 31.000 millones de euros en financiación empresarial, el volumen de inversión supera los 15.000 millones de euros. Las instituciones financieras examinadas no solo se benefician del apoyo financiero de las empresas examinadas, sino que en muchos casos hacen posible tales modelos de negocio en primer lugar gracias al capital aportado.
En una reciente conferencia en Pamplona el ideólogo francés del decrecimiento, Serge Latouche, expuso lúcidamente sus ideas en torno a la ilusión del crecimientto infinito en un planeta finito y su propuesta de una transformación hacia una visión cualitativa y no cuantitativa de la producción.
Latouche dice que desde la revolución industrial se ha fomentado la idea de que «mañana es siempre mejor que hoy» y que «más es siempre mejor», en la carrera indetenible del progreso a dominar la naturaleza y apilar bienes materiales. Sin embargo, este crecimiento, en teoría infinito, se ha convertido en un concepto perverso que incluye crecimiento de las enfermedades, de la contaminación, de la intoxicación bajo la creencia de que todo crecimiento es bueno. Atinadamente Latouche ve en el crecimiento una especie de religión donde el consumo es el rito de esta creencia.
En nuestra sociedad «se cree que el producto intenro bruto» es esquivalente a la felicidad, lo cual hace necesariamente que el ciudadano consuma más para que sigan creciendo el producto interno bruto y porque cree que consumiendo encontrará esta mítica felicidad asociada con objetos de consumo y los estilos de vida que representan.
Desde su punto de vista «vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos», lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad. «Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños», agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, «la gente feliz no suele consumir».
Por todo esto Latouche cree que eventualmente el sistema capitalista de desplomará de manera traumática.
Los grandes minoristas de alimentos alemanes ya están comprometidos con la sostenibilidad en sus operaciones, pero la Agencia Federal de Medio Ambiente ve un potencial que no se está explotando por completo. Hay mucho por hacer para ponerse al día, por ejemplo, en lo que respecta al diseño de la gama de productos.
Bruno Vasquetto y su familia tienen una finca en Córdoba, Argentina, donde practican desde hace varios años una manera alternativa de criar vacas para el consumo de su carne. Algunos llaman a este conjunto de nuevas prácticas “carne agroecológica” pero él prefiere llamarlo ganadería regenerativa.
El presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía ve en el viaje del Papa a Canadá una oportunidad para avanzar en otra actitud por parte de la Iglesia católica hacia los pueblos indígenas
El cardenal peruano apoya la campaña de desinversión promovida por la red Iglesias y Minería, para negar apoyo a compañías que atentan contra la Casa Común.
Barreto se solidariza con la diócesis colombiana de Mocoa-Sibundoy, en su rechazo a las donaciones de la minera Libero Cobre dentro de comunidades parroquiales. «Ese dinero es del diablo», afirma.
En el marco de la más reciente asamblea extraordinaria del CELAM, llevada a cabo en la nueva sede de la institución, un edificio recién construido en el norte de Bogotá, el presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, Pedro Barreto, respondió a este medio de comunicación una miscelánea de preguntas. Tomado por asalto en un pasillo, los temas de la conversación fueron muy diversos, a saber: la actitud penitencial de la Iglesia en trato con los pueblos indígenas, la prevención de la violencia sexual en ambientes eclesiales, la campaña de desinversión de la red Iglesias y Minería, la negativa de aceptar donaciones por parte de empresas mineras en zonas de conflictos socio-ambientales y la ordenación femenina. Al grano. Aquí la entrevista.
En la Iglesia católica hay quienes conciben tantas buenas acciones en favor de la defensa del bioma amazónico y de los pueblos de esta región como una expresión muy positiva de reparación frente a lo que fueron en la historia otras formas de tratamiento eclesial de las comunidades de estas regiones. Se espera del Papa en Canadá un pronunciamiento penitencial en nombre de la Iglesia y que se solidarice con lo que se ha hecho en materia de reconocimiento frente a los abusos contra los indígenas, para avanzar en otra forma de relacionamiento, a la manera de lo que se está pretendiendo hacer en la Amazonía. Hablemos de esa actitud penitencial.
Cardenal Barreto
No solamente se trata de reparar la naturaleza maltratada irracionalmente, sino que hay que recuperar también la dignidad de las personas que han sido maltratadas y violadas por personal de la Iglesia. Por tanto, la reparación tiene que ser integral. Tenemos que ser muy conscientes que estamos empeñados claramente en no mirar atrás, lamentándonos por algo que no podemos cambiar; pero sí estamos muy decididos a no volver a las graves equivocaciones que tenemos en nuestra conciencia como Iglesia en la Amazonía y en la Iglesia universal. Este reconocimiento nos impulsa a tener, con mayor fuerza, una renovación de todo nuestro trabajo pastoral, desde la REPAM, que está en el territorio, y de la CEAMA, que va a marcar el trabajo pastoral en los próximos años.
¿Cómo promueve la CEAMA la prevención de la violencia sexual en ambientes eclesiales de la Amazonía?
La prevención contra los abusos sexuales y psicológicos es parte, ya, de la identidad de una iglesia. A veces se dejaba un poco a un costado para resolver el obispo y, a veces, de manera equivocada, sin enfrentar la raíz del problema. LA CEAMA, que es la conferencia eclesial de la Amazonía, tiene mucha conciencia de la prevención, de manera trasversal en todas las áreas pastorales que tenemos. En este sentido, gracias a Dios, ya la gente está alerta frente a cualquier signo que pueda haber desde el territorio mismo. No hay ámbitos cerrados, sino un ámbito moral de apertura para poder asegurar de manera efectiva este cuidado de la vida, de la niñez, en toda la Amazonía.
¿Qué acciones de prevención adelantan?
En la Iglesia universal ya hay una guía para los obispos del mundo y en cada diócesis se ha aplicado. Es un manual de funciones para la prevención, con la experiencia amplia que tiene la Iglesia. En este sentido, la CEAMA no está fuera de la Iglesia; por tanto, todo lo que significa la prevención de abusos sexuales está dentro de nuestro trabajo y, además de tener una comisión especializada para eso, estamos siendo muy conscientes de que de manera transversal en cualquier área que se realice la pastoral debemos tener esa actitud de previsión de estas dificultades.
La red Iglesias y minería promueve una campaña de desinversión por parte de sectores de Iglesia a empresas mineras o de explotación de hidrocarburos. Eso de cara al compromiso ético de la Iglesia con estos esfuerzos para el cuidado de la casa común. ¿Cómo participa o puede participar la CEAMA de esas estrategias para ganar autoridad moral dejando de apoyar empresas que explotan los biomas amazónicos? ¿Este tipo de reflexiones qué lugar tiene en la agenda pastoral de ustedes?
Hay dos aspectos que hay que distinguir. Lo primero es que la minería es necesaria para la humanidad, para el desarrollo tecnológico. En segundo lugar, cualquier minería contamina y destruye la naturaleza. Pero aquí hay que tener un equilibrio ético de no dañar más y de manera más constante la naturaleza, porque eso afecta también la vida de la persona. Entonces la Iglesia no está en contra de la minería, pero sí está a favor de una minería responsable, trasparente y que no solamente busque la rentabilidad económica, sino cómo devolver a las poblaciones que mayoritariamente son pobres donde se explota. En el caso de la Amazonía es evidente cómo poder devolver no solamente la riqueza económica, sino también cultural y social que tienen estos pueblos originarios. En este sentido, la Iglesia católica en la Amazonía especialmente está apoyando esta propuesta de desinversión, porque hay zonas en que no se debe invertir y tenemos que ser muy conscientes. Creyentes y no creyentes, científicos o no científicos, dicen: En esta zona no puede haber inversión; y ahí hay que tener mucha unidad para defender esta posición. En otros lugares se puede hacer esta inversión, siempre y cuando se cumplan estrictamente los estándares ambientales altísimos que se deben exigir.
Le cuento una historia. En jurisdicción de la Diócesis de Mocoa, ya un par de veces la empresa Libero Cobre se ha acercado a la comunidad para ofrecer reparaciones a pequeñas capillas de barrio, con donaciones; en medio de un proceso para explotar cobre. El obispo local rechaza ese tipo de irrupción en el escenario de la vida parroquial, diciendo a los católicos que no acepten ese tipo de donaciones, pues es una estrategia de la compañía para ganarse a la comunidad. El prelado invita a proteger el territorio amazónico y a evitar esa explotación. Él mismo se opone a ella. ¿Qué opina usted de ese tipo de acciones de las empresas para entrar a las comunidades con donaciones, a cambio de su visto bueno para una eventual explotación y usando símbolos eclesiales?
Lo primero es respaldar la decisión del obispo. Yo lo he experimentado en mi propia experiencia. Yo he tenido que enfrentarme a Doe Run Perú, una empresa norteamericana corrupta que hacía lo mismo; no solamente con la población sino con el mismo Gobierno, extendiendo una propuesta de remediación ambiental, comprando con dinero. Ese dinero es del diablo, es de la mentira, es de la corrupción; y por eso estas empresas mineras que hacen ese tipo de cosas hay que rechazarlas, porque con el dinero no se puede comprar las conciencias y la vida de las personas. Por eso me alegra muchísimo que el obispo haya tenido esta valentía. En mi propia carne, atentaban contra mi vida, porque decían esto y lo otro. Lamentablemente hay algunos supuestos católicos que apoyaban a la empresa en contra del obispo y de la Iglesia.
El cardenal Rodríguez Maradiaga dice que a él le da lástima que sectores de Iglesia demanden la ordenación femenina o el celibato opcional, sosteniendo que ello forma parte de la reforma de la Iglesia, siendo, según él, en cambio, algo muy superficial. Sin embargo, dichos asuntos tuvieron que ver con un debate muy serio en vísperas del Sínodo amazónico. ¿Ha usted también le da lástima que sectores de Iglesia en función de una mayor atención pastoral en zonas como la Amazonía demanden, bien sea la ordenación femenina o de “viri probati”?
El problema no es sobre decir sí o no a al sacerdocio femenino. El problema es que el papel de la mujer en la Iglesia ahora en este momento es importantísimo para el proceso evangelizador, para la reforma. Yo he hablado con diversos grupos de mujeres y no les interesa ser sacerdotisas, sino que les tomen en cuenta, que valoren su opinión. Por tanto, yo creo que siempre habrá sectores que quieren diluir las exigencias fundamentales de todo cristiano y consagrado. Yo soy un convencido de que el celibato sacerdotal con todas sus limitaciones es una riqueza y un don para la Iglesia. Yo mismo, en mi propia experiencia, ya casi al final de mi vida, doy gracias a Dios porque el celibato ha potenciado mi capacidad de amar a todos y no de quedarme en una familia y un pequeño grupo. Esa es mi vocación, la llamada que Dios me ha dado. Por tanto, me parece a mí que estoy de acuerdo con la afirmación que apela a que algunos, por querer congraciarse, como si fuera una moda, diluyen y bajan las exigencias fundamentales que Cristo mismo nos ha enseñado.
Esta semana conversamos con Luis Bracamontes agrónomo y actualmente estudiante de doctorado, gestor junto con otras 30 personas, la mayoría de ellas mujeres, de la Cooperativa “La Imposible” ubicada en la Colonia Obrera de la capital mexicana. Nos sorprendió su juventud y tenacidad para crear y sobre todo para perseverar en un modelo de gestión que como su nombre lo indica, puede parecer irrealizable. Y es que si hay alguna dificultad en este tipo de procesos es construir una alternativa para alcanzar un precio justo.
Nacieron en el 2015 como respuesta colectiva de pequeños productores y transformadores de alimentos que abastecen a mercados de la capital de México. Tenían en común el malestar con las formas de relación dominante generadas por los supermercados, que en la mayoría de los casos resultan nocivas para el productor, el consumidor y el medio ambiente. Así, ese grupo decidió embarcarse en un sueño retador al que llamaron la Imposible porque según afirma “Cuesta trabajo que cada vez más gente se vincule a una forma solidaria”. Pero es que además de las dificultades propias de estos proyectos, aunque aparentemente la cooperativa se parece a otras experiencias de redes alternativas de alimentos, tiene una diferencia sustancial y es lo novedoso de su mecanismo para establecer los precios de los alimentos.
Similar a otros proyectos, La Imposible vende alimentos cultivados o transformados por sus socios que son pequeños productores y procesadores; su oferta incluye entre otros hortalizas, frutas, huevos, pollo, granos, lácteos, chocolate, cerveza y pan artesanal. Cada dos semanas preguntan a los productores, a través de una plataforma electrónica qué productos pueden ofrecer porque algunos de ellos cultivan alimentos de estación o en ocasiones no alcanzan a producir los volúmenes necesarios para garantizar disponibilidad permanente. Con la respuesta recibida conforman una lista que envían a los consumidores, para que hagan sus pedidos, usando también la misma plataforma electrónica. Un pequeño grupo de 15 personas gestiona este proceso, organiza los alimentos en el local, que comparten con otros proyectos comunitariossolidarios y se preparan todos para el día de la entrega que son los sábados cada dos semanas. Ese día los consumidores van y toman su pedido. Cada proveedor fija el precio de su producto. El consumidor conoce ese valor reconocido al productor, que a la vez es la base de lo que él o casi siempre ella debe pagar y opta libremente por aportar entre un 5 a 20% más, por la gestión administrativa realizada.
El novedoso sistema para la fijación de precios les ha permitido garantizar estabilidad para los consumidores y productores a lo largo de todo el año. Obviamente esa confianza en el criterio y compromiso del consumidor nos llamó la atención. Supimos además que han tenido casos en que las personas justifican que no pueden hacer un aporte a la gestión administrativa y también es válido. Le preguntamos a Luis qué tanto confían en la justicia de las decisiones de los consumidores, y nos dijo con toda claridad: “Cuando una organización promueve en sus prácticas una lógica solidaria, la gente reacciona en la misma forma”.
Nos contó además que dentro de sus actividades también asesoran grupos de todo el país, que por fortuna cada vez son más, dispuestos a cambiar las maneras de producir, intercambiar y comercializar la comida. Por ejemplo, realizarán este 22 de junio el “Cuarto taller de organización de redes alimentarias alternativas”.
La cooperativa La imposible nos demuestra que es necesario acudir a la creatividad para alcanzar el objetivo del precio justo para ambos eslabones de la cadena, que han perdido su conectividad y su soberanía en manos de las decisiones tomadas por las grandes cadenas de supermercados. Un encuentro cara a cara entre quienes nos garantizan la comida y los consumidores puede hacernos emerger el rostro de la solidaridad.
Esta semana conversamos con Luis Bracamontes agrónomo y actualmente estudiante de doctorado, gestor junto con otras 30 personas, la mayoría de ellas mujeres, de la Cooperativa “La Imposible” ubicada en la Colonia Obrera de la capital mexicana. Nos sorprendió su juventud y tenacidad para crear y sobre todo para perseverar en un modelo de gestión que como su nombre lo indica, puede parecer irrealizable. Y es que si hay alguna dificultad en este tipo de procesos es construir una alternativa para alcanzar un precio justo.
Nacieron en el 2015 como respuesta colectiva de pequeños productores y transformadores de alimentos que abastecen a mercados de la capital de México. Tenían en común el malestar con las formas de relación dominante generadas por los supermercados, que en la mayoría de los casos resultan nocivas para el productor, el consumidor y el medio ambiente. Así, ese grupo decidió embarcarse en un sueño retador al que llamaron la Imposible porque según afirma “Cuesta trabajo que cada vez más gente se vincule a una forma solidaria”. Pero es que además de las dificultades propias de estos proyectos, aunque aparentemente la cooperativa se parece a otras experiencias de redes alternativas de alimentos, tiene una diferencia sustancial y es lo novedoso de su mecanismo para establecer los precios de los alimentos.
Similar a otros proyectos, La Imposible vende alimentos cultivados o transformados por sus socios que son pequeños productores y procesadores; su oferta incluye entre otros hortalizas, frutas, huevos, pollo, granos, lácteos, chocolate, cerveza y pan artesanal. Cada dos semanas preguntan a los productores, a través de una plataforma electrónica qué productos pueden ofrecer porque algunos de ellos cultivan alimentos de estación o en ocasiones no alcanzan a producir los volúmenes necesarios para garantizar disponibilidad permanente. Con la respuesta recibida conforman una lista que envían a los consumidores, para que hagan sus pedidos, usando también la misma plataforma electrónica. Un pequeño grupo de 15 personas gestiona este proceso, organiza los alimentos en el local, que comparten con otros proyectos comunitariossolidarios y se preparan todos para el día de la entrega que son los sábados cada dos semanas. Ese día los consumidores van y toman su pedido. Cada proveedor fija el precio de su producto. El consumidor conoce ese valor reconocido al productor, que a la vez es la base de lo que él o casi siempre ella debe pagar y opta libremente por aportar entre un 5 a 20% más, por la gestión administrativa realizada.
El novedoso sistema para la fijación de precios les ha permitido garantizar estabilidad para los consumidores y productores a lo largo de todo el año. Obviamente esa confianza en el criterio y compromiso del consumidor nos llamó la atención. Supimos además que han tenido casos en que las personas justifican que no pueden hacer un aporte a la gestión administrativa y también es válido. Le preguntamos a Luis qué tanto confían en la justicia de las decisiones de los consumidores, y nos dijo con toda claridad: “Cuando una organización promueve en sus prácticas una lógica solidaria, la gente reacciona en la misma forma”.
Nos contó además que dentro de sus actividades también asesoran grupos de todo el país, que por fortuna cada vez son más, dispuestos a cambiar las maneras de producir, intercambiar y comercializar la comida. Por ejemplo, realizarán este 22 de junio el “Cuarto taller de organización de redes alimentarias alternativas”.
La cooperativa La imposible nos demuestra que es necesario acudir a la creatividad para alcanzar el objetivo del precio justo para ambos eslabones de la cadena, que han perdido su conectividad y su soberanía en manos de las decisiones tomadas por las grandes cadenas de supermercados. Un encuentro cara a cara entre quienes nos garantizan la comida y los consumidores puede hacernos emerger el rostro de la solidaridad.
El tentáculo del extractivismo minero se ha hecho presente en la región suroeste de Antioquia; pero gracias a la resistencia desde la defensa del territorio, la avaricia depredadora no ha logrado hasta la fecha salir con lo suyo. La resistencia va a la par con una dinámica de regeneración rumbo al buen vivir y al post-desarrollo.