En este informe, publicado en mayo de 2022, analiza a instituciones financieras que, entre otras cosas, invierten en empresas mineras que violan los derechos de los pueblos indígenas, prestan a fabricantes europeos de pesticidas que venden sus productos tóxicos a países con estándares menos estrictos. Facilitan la colocación de bonos para empresas de defensa que operan desde Beneficio de la guerra en Yemen. En conjunto, las empresas examinadas en el informe suman más de 31.000 millones de euros en financiación empresarial, el volumen de inversión supera los 15.000 millones de euros. Las instituciones financieras examinadas no solo se benefician del apoyo financiero de las empresas examinadas, sino que en muchos casos hacen posible tales modelos de negocio en primer lugar gracias al capital aportado.
En una reciente conferencia en Pamplona el ideólogo francés del decrecimiento, Serge Latouche, expuso lúcidamente sus ideas en torno a la ilusión del crecimientto infinito en un planeta finito y su propuesta de una transformación hacia una visión cualitativa y no cuantitativa de la producción.
Latouche dice que desde la revolución industrial se ha fomentado la idea de que “mañana es siempre mejor que hoy” y que “más es siempre mejor”, en la carrera indetenible del progreso a dominar la naturaleza y apilar bienes materiales. Sin embargo, este crecimiento, en teoría infinito, se ha convertido en un concepto perverso que incluye crecimiento de las enfermedades, de la contaminación, de la intoxicación bajo la creencia de que todo crecimiento es bueno. Atinadamente Latouche ve en el crecimiento una especie de religión donde el consumo es el rito de esta creencia.
En nuestra sociedad “se cree que el producto intenro bruto” es esquivalente a la felicidad, lo cual hace necesariamente que el ciudadano consuma más para que sigan creciendo el producto interno bruto y porque cree que consumiendo encontrará esta mítica felicidad asociada con objetos de consumo y los estilos de vida que representan.
Desde su punto de vista “vivimos fagotizados por la economía de la acumulación que conlleva a la frustración y a querer lo que no tenemos y ni necesitamos”, lo cual, afirma, conduce a estados de infelicidad. “Hemos detectado un aumento de suicidios en Francia en niños”, agregó, para aludir más adelante a la concesión por parte de los bancos de créditos al consumo a personas sin sueldo y patrimonio como sucedió en Estados Unidos en el inicio de la crisis económica mundial. Para el profesor Latouche, “la gente feliz no suele consumir”.
Por todo esto Latouche cree que eventualmente el sistema capitalista de desplomará de manera traumática.
A menudo es raro encontrar a alguien que se adapte bien a su nombre: “¡un acrónimo!” Jeewika (Hindi para el sustento o el que da la vida) es uno de esos seres. Como educadora-ecofeminista-agricultora-ecoempresaria, ha estado practicando la permacultura, la agricultura natural y la curación basada en la naturaleza durante más de 3 años. Actualmente, ella reside en un pequeño pueblo en Upper Bir, Himachal Pradesh. Su decisión de pasar de la vida urbana a una rural montañosa no se trató solo de idealizar la vista, el aire limpio o la vida tranquila, sino también de cultivar su propia comida, hacer caminatas cuesta arriba para buscar suministros y alentar a los lugareños a sincronizarse con sus raíces en el pueblo. ¡Tareas tenaces, pero vale la pena el esfuerzo!
Esta semana conversamos con el científico brasilero Everlon Rigobelo profesor de la Universidad estadual Paulista (Unesp), agrónomo y experto en microbiología, quien tiene una propuesta para salvar nuestros suelos de la degradación: usar las bacterias como fertilizante. La iniciativa del profesor Everlon llamó nuestra atención cuando la conocimos en una revista científica y nos pareció curiosa, pero hablando con él, comprendimos que su idea consiste en revivir los pasos que dio la naturaleza para afianzar la vida en la tierra.
¿Podemos imaginar un futuro en el que cada ciudad y sus ciudadanos reivindiquen una conexión profunda con su entorno, historia, patrimonio, cultura, sistemas de conocimiento y bienes comunes? ¿ Un futuro en el que cada individuo comparta una relación cordial y compasiva entre sí y con el resto de la naturaleza? ¿Un futuro donde su gente sea cuidada y viaje hacia un mundo más inclusivo y justo? Este artículo busca explorar algunas de las actividades y procesos que se pueden trabajar en un espacio de ciudad desde un nivel de acción individual hasta un nivel comunitario y de gobernanza para lograrlo, a través de algunas de las iniciativas existentes en el país.
Desde hace siete años, querstadtein ofrece recorridos por Berlín dirigidos por personas que antes vivían en la calle de una manera que muy pocas personas conocen
¿Qué sucede realmente con los concesionarios de automóviles cuando los motores de combustión interna son cosa del pasado? Podrían convertirse en agencias de transformación para un cambio de tráfico, dice la casa de movilidad Golbeck en el noreste de Berlín. Y hazlo tú mismo.
Ashish Kothari, Juan Manuel Crespo y Shrishtee Bajpai discutieron la idea en un artículo para Open Democracy * a principios de este año, afirmando que “el biorregionalismo se basa en la comprensión de que los atributos geográficos, climáticos, hidrológicos y ecológicos de la naturaleza sustentan toda la vida, y sus flujos deben respetarse”.
Justicia climática, diversidad, inclusión de identidades y generaciones: ¿qué se necesita para que nuestros valores se reflejen en el espacio digital del futuro? Esta pregunta fue el centro de una discusión en pecera al final del primer día del Digital Futures Gathering Berlin.