De qué hablamos cuando hablamos de economía colaborativa (y de qué queremos hablar)
Marcela Basch, (Periodista, licenciada en Letras y docente. Junto a Minka Banco de las Redes, coorganiza desde 2014 la Semana de la Economía Colaborativa.)
Justicia. Amor. Libertad. Democracia. Colaboración.
Todos estamos a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo. ¿Quién podría estar en contra de la justicia? Pero alcanza una consulta rápida mencionando las principales controversias de cualquier época para ver que no todos entendemos igual qué denomina esa palabra. Lo mismo pasa con otras, con todas. ¿Es libertad trabajar 40 horas por semana para elegir qué marca comprar en el supermercado? ¿Es amor un ataque de celos? El lenguaje natural es un consenso dinámico entre hablantes, una negociación siempre en proceso.
El lingüista ruso Valentín Voloshinov sostenía hace casi un siglo que los signos de la lengua son un campo de lucha ideológica. «Economía colaborativa» es un ejemplo paradigmático.
Según quién lo diga, puede buscar representar un sistema de producción y consumo más justo y humano o la versión más extractiva del hipercapitalismo salvaje.
Sopa de etiquetas
Economía colaborativa. Consumo colaborativo. Economía compartida. Economía del compartir. Economía del acceso. Economía a demanda. Economía del móvil. Economía de pares. Economía de la changa. Economía social y solidaria. Economía del regalo. Economía del bien común. Economía circular. Economía directa. Economía consciente. Economía azul. Economía naranja. Economía creativa. Bienes comunes. Procomún. Cultura libre. Cultura abierta. Datos abiertos. Sustentabilidad. Decrecimiento. Posdesarrollo. Emprendedorismo social. Empresas B. Comercio justo. Consumo responsable. Cooperativismo. Cooperativismo de plataforma. Capitalismo de plataforma. Ciudadano
prosumidor. Innovación cívica. Nuevas ciudadanías.
¿De qué hablamos cuando hablamos de economía colaborativa? Más que un término definido con rigor y grabado en piedra, es un paraguas de perspectivas alternativas al business as usual (“Negocios como de costumbre”), a la sociedad de mercado tradicional, que se relaciona con muchas otras miradas alternativas circulantes. “Alternativas” en sentidos que pueden ser muy distintos. El término cambia según quién lo use y cuándo, y en qué rasgos ponga el acento:
¿En los objetivos, en la organización social que se promueve, en los medios técnicos involucrados? Por eso, las etiquetas listadas arriban entran muchas veces en contradicción: la economía a demanda, que presenta como rasgo innovador ofrecer bienes y servicios a un clic de distancia, tiene poco que ver con el decrecimiento como movimiento hacia la sustentabilidad ambiental. La concentración de poder del capitalismo de plataforma es opuesta a la economía consciente y a la economía social y solidaria.
Termina de leer el artículo en el libro COMUNES Economías de la colaboración , página 8 – 16
Adriana Benzaquen y Marcela Basch
(compiladoras)