Invitamos a Guilherme Cavalli para poder reflexionar sobre los flujos financieros ilicitos, la financiación del capital internacional y las violaciones de los derechos humanos y ambientales causados por la industria extractiva en Latinoamérica.
Guilherme Cavalli
Periodista y coordinador de la Campaña de Desinversión en Minería. Trabaja con comunidades afectadas por la minería, en cuestiones de derechos humanos, medio ambiente y pueblos indígenas.
guilhecavalli@gmail.com Red Minería e Iglesia
Te invitamos a leer:
“Las instituciones financieras juegan un papel central en nuestro sistema económico que repetidamente pone los beneficios empresariales por encima de los derechos y el bienestar de las personas y el medio ambiente”
Dirty Profits 9:
En el informe, publicado en mayo de 2022, Dirty Profits 9: How much Pain for Corporate Gain? Facing Finance trata con instituciones financieras que, entre otras cosas, invierten en empresas mineras que violan los derechos de los pueblos indígenas, prestan a fabricantes europeos de pesticidas que venden sus productos tóxicos a países con estándares menos estrictos y facilitan la colocación de bonos para empresas de defensa que operan desde Beneficio de la guerra en Yemen. En conjunto, las empresas examinadas en el informe suman más de 31.000 millones de euros en financiación empresarial, el volumen de inversión supera los 15.000 millones de euros. Las instituciones financieras examinadas no solo se benefician del apoyo financiero de las empresas examinadas, sino que en muchos casos hacen posible tales modelos de negocio en primer lugar gracias al capital aportado.
Economista, ecologista político e investigador griego afincado en Barcelona y especializado en decrecimiento, Giorgos Kallis publicará en breve la edición en castellano de su último libro, ‘The Case for Degrowth’ (Polity Press, 2020)
GUILHERME CAVALLI
Periodista y coordinador de la Campaña de Desinversión en Minería. Trabaja con comunidades afectadas por la minería, en cuestiones de
derechos humanos, medio ambiente y pueblos indígenas.
RED IGLESIAS Y MINERÍA es un espacio ecuménico en Latino America que busca responder a los desafíos de los impactos y violaciones de los
derechos socio-ambientales provocados por las actividades mineras en los territorios. La red está comprometida con el fortalecimiento de los
movimientos y sectores populares, los valores democráticos, la equidad de género, el respeto a pluriculturalidad, la interculturalidad y el diálogo interreligioso y el ecumenismo.
El jueves 20 de mayo tendremos el gusto de realizar el conversatorio “El sur en el norte y el norte en el sur” con la participación de Jochen Kleinschmidt quien nos propone:
Durante muchas décadas, las relaciones globales de desigualdad se han imaginado como diferenciaciones geográficas, cuasi-territoriales. Conceptos como la “línea de color”, los “tres mundos”, la “división norte-sur” y muchos otros pertenecen a esta tradición conceptual. Sin embargo, según algunos destacados teóricos de las ciencias sociales, este tipo de pensamiento ya no tiene sentido en una versión descentrada de la modernidad, en la que las características asociadas con la modernidad ya no se distribuyen de manera más o menos homogénea dentro de las unidades territoriales, sino más bien en cada vez más complejos patrones de desigualdad global.
Jochen Kleinschmidt es coordinador de Estudios Latinoamericanos del Center for Latin American Studies (ZILAS)
En 2014, obtuvo un doctorado en ciencias políticas por LMU Munich en Munich, Alemania. Su investigación se basa en el interés por la teoría de las relaciones internacionales y, específicamente, la teoría de la sociedad mundial luhmanniana, el posthumanismo y otros trabajos inspirados en la teoría social. En su investigación empírica, aborda temas del Sur Global, América Latina, crimen organizado, contrainsurgencia, conflicto asimétrico, seguridad de la línea de suministro, tecnología militar y otros temas estratégicos.
Siempre ha habido movimientos que discrepan con el sistema monetario, cómo funciona y a quién beneficia. Sin embargo, después de la crisis financiera de 2008 ha surgido una nueva oleada de agitadores pecuniarios, cada uno con ideas muy diferenciadas sobre lo que significa el dinero. Desde los predicadores del bitcoin hasta los abanderados de la teoría monetaria moderna, estos rebeldes del dinero se han repartido en bandos enfrentados.
Siempre ha habido movimientos que discrepan con el sistema monetario, cómo funciona y a quién beneficia. Sin embargo, después de la crisis financiera de 2008 ha surgido una nueva oleada de agitadores pecuniarios, cada uno con ideas muy diferenciadas sobre lo que significa el dinero. Desde los predicadores del bitcoin hasta los abanderados de la teoría monetaria moderna, estos rebeldes del dinero se han repartido en bandos enfrentados.
Para comprender a estos grupos y por qué luchan es importante que entendamos el sistema que cuestionan. Nuestro sistema monetario se caracteriza por los bancos centrales nacionales y las tesorerías, que emiten la base monetaria. Dicha base engloba el dinero físico en efectivo que tenemos en la cartera y también reservas, es decir, dinero digital en un formato especial que los bancos comerciales guardan en sus cuentas centrales, fuera de nuestro alcance.
Estas entidades se dedican entonces a aumentar la masa monetaria emitiendo una segunda capa de dinero sobre el dinero del banco central, mediante un proceso llamado multiplicador monetario (a veces, reserva fraccionaria). De esta forma se crea el dinero de la banca comercial, que aparece en nuestras cuentas en forma de depósitos.
Los pormenores son sutiles y complejos (sobre todo a nivel internacional), pero la interacción de estos agentes que emiten el dinero y lo sacan de la circulación hace que la masa monetaria se expanda y se contraiga, como un pulmón al respirar. Los grupos que abogan por una reforma monetaria apuntan a diferentes elementos de esta dinámica. Aquí tenemos cinco ejemplos:
Los guerreros del dinero público
Cuando amanece decimos que sale el sol, pero en realidad el sol está siempre en el mismo sitio y el amanecer es una ilusión creada por la rotación de la Tierra. La teoría monetaria moderna plantea que la noción que tenemos del dinero público trae un espejismo parecido: a menudo decimos que un gobierno central “recauda dinero” mediante los impuestos y después lo gasta, pero la realidad es que son las instituciones gubernamentales las que crean el dinero al gastarlo por primera vez y lo retiran de la circulación al exigir el pago de impuestos. Si el gobierno emite el dinero, ¿por qué tiene que pedir que se lo devuelvan?
Los partidarios de la teoría monetaria moderna esgrimen que la idea de que a un gobierno se le puede acabar el dinero como a cualquier hogar o empresa es una mera ilusión. Un gobierno solo puede quedarse sin dinero si no acuña su propia moneda soberana (como ocurre con los países de la Unión Europea que han optado por el Euro), o bien si se ha fijado un límite político sobre la emisión de moneda. En el segundo caso, los gobiernos primero deben recuperar el dinero mediante la recaudación fiscal (y otros medios) antes de volver a emitirlo en otro lugar.
Por esto, los partidarios de la teoría monetaria moderna no les compran a los conservadores el argumento de que “no hay dinero” cuando estos quieren recortar en sanidad y educación. “Los gobiernos que tienen el monopolio de su moneda siempre pueden sufragar las políticas prioritarias”, declara Pavlina Tcherneva, catedrática de Economía en el Levy Economics Institute del Bard College de Nueva York.
Según la teoría monetaria moderna, si hay personas en desempleo que quieren trabajar y recursos materiales para que lo hagan, el gobierno federal puede emitir dinero nuevo sin generar inflación, porque el incremento de la masa monetaria vendrá acompañado de un aumento de la producción. “El objetivo es poner las arcas públicas al servicio del interés general sin acelerar la inflación”, apuntó Stephanie Kelton, catedrática de Políticas Públicas y Economía en la Universidad de Stony Brook y antigua asesora jefe del senador independiente de Vermont Bernie Sanders.
Los reformistas del dinero bancario
Los reformistas del dinero bancario quieren cambiar el poder que ostenta la banca comercial para crear dinero. Otros grupos critican el sistema basado en el dinero bancario de entidades comerciales, aduciendo que genera inestabilidad económica, sobrendeudamiento y concentración de poder en manos de los bancos: esos mismos bancos que nos llevaron a la crisis financiera de 2008.
Los bancos comerciales crean dinero nuevo al conceder préstamos. El ala moderada del movimiento reformista de la banca arguye que, ya que el gobierno les otorga ese privilegio, las entidades y sus préstamos deberían estar sometidas a un mayor escrutinio democrático. Las posturas más duras, por otra parte, defienden que debería prohibirse directamente la creación de dinero por parte de los bancos.
El movimiento que aspira a poner coto al dinero bancario es más diverso políticamente que el de la teoría monetaria moderna. Esta idea se ha granjeado el apoyo de algunos liberales, como el economista ya fallecido Murray Rothbard, economistas neoclásicos como Irving Fisher y también grupos de izquierda, como el Partido Verde británico, que plantea que la creación de dinero por parte de la banca conlleva crisis medioambientales y dominación empresarial.
Sus recetas son diversas: Dinero Positivo (movimiento hermano del británico Positive Money, que elabora estudios y campañas sobre política monetaria en Reino Unido) aboga por que la creación de dinero sea competencia exclusivamente de un órgano público democrático, transparente y que rinda cuentas, dando lugar a un sistema de “dinero soberano” donde todos podamos tener una cuenta en el banco central. Esta propuesta es distinta de una banca de reserva 100 %, en cuyo caso tu banco debería disponer de reservas que respalden la totalidad de los depósitos de tu cuenta.
Los cruzados de las criptomonedas
Los cruzados de las criptomonedas no solo rechazan el sistema monetario nacional y el papel de la banca comercial, sino que rechazan de plano el concepto del liberales (donde el dinero se “crea de la nada” gracias a las leyes o a un pacto social) y piden que se sustituya con “dinero mercancía” (que se “crea a partir de algo” mediante un proceso de producción). Estos grupos han recogido el testigo de los goldbugs (literalmente, “escarabajos del oro”), que aspiraban a restablecer el patrón oro.
Este movimiento comenzó con el Bitcoin y argumenta que el mejor sistema monetario es uno que no dependa de la política humana. Dicha idea se encuadra en una tradición filosófica según la cual los sistemas deberían regirse por los límites que marque Dios, la física o las matemáticas, en lugar de las leyes que elaboran los políticos. Por ejemplo, en el caso del oro existen límites geológicos a la cantidad de oro que se puede hallar y extraer. En el caso del Bitcoin, el sistema fija un máximo de dinero que puede emitirse y obliga a los participantes a “minarlo” como si fuera un recurso natural.
Los partidarios más ortodoxos del Bitcoin creen que el verdadero dinero es un bien de oferta limitada que debe extraerse mediante un proceso de producción, por lo que sostienen que el dinero fiduciario (que crean los bancos o los países) es un dinero artificial o engañoso, controlado por unos poderes corruptos. Hay un cierto puritanismo en estos cruzados de las criptomonedas que desconfían de las instituciones humanas y se encomiendan al orden “divino” abstracto de las matemáticas y los mercados.
Mientras otras corrientes como la teoría monetaria moderna se apoyan en las instituciones humanas, los criptocruzados consideran que la política es un quehacer absurdo. Esa desconfianza es sintomática: muchas veces el movimiento está tan enfrentado con el sistema crediticio como consigo mismo, como demuestran las encarnizadas luchas intestinas entre los partidarios de las diferentes criptodivisas.
No obstante, son los reformistas monetarios más acaudalados ya que, irónicamente, muchos usuarios de las criptomonedas se han hecho millonarios en la moneda fiduciaria que tanto dicen detestar.
Los localistas
Las monedas alternativas no gubernamentales ya estaban ahí mucho antes de que surgieran las criptomonedas. Estas originales alternativas al dinero corriente engloban sistemas de crédito mutuo, bancos de tiempo (donde se emplea el tiempo para medir cuántos créditos se ganan) y monedas sociales y locales, como la libra de Brixton y sistemas como el Wir suizo, una moneda que se usa entre empresas.
Esta tradición también recela de los grandes sistemas monetarios donde interactúan el gobierno y la banca privada, pero, en lugar de exigir que dichos sistemas se sustituyan por un algoritmo robótico, proponen que las comunidades más pequeñas dispongan de competencias para acuñar una moneda local.
Al contrario que los promotores de las criptomonedas, para estos grupos no hay problema con “crear dinero de la nada”, sino más bien con quién lo hace y en qué magnitud. Creen que los sistemas a gran escala alienan a las personas y disuelven las comunidades que están íntimamente unidas.
Un sistema de crédito mutuo como el Sardex de Cerdeña, por ejemplo, no rechaza la idea de la expansión y la contracción de la masa monetaria, pero integra a la comunidad de la isla a la hora de decidir en qué términos ocurre.
Mientras los demás movimientos hablan alto y claro, los entusiastas de las monedas sociales complementarias a nivel local suelen mantener un perfil bajo, son más humildes y, aunque mal remunerados, trabajan para construir estructuras resilientes en sus comunidades.
“Las monedas locales cambian cómo se emite el dinero, cómo circula y en qué se puede gastar para relocalizar economías, fomentar conductas más ecológicas y apoyar a la pequeña empresa”, declara Duncan McCann de la New Economics Foundation.
La alianza de los criptocréditos: el crédito mutuo y la tecnología blockchain se dan la mano
Este es el movimiento menos conocido o con menos desarrollo, pero quizás sea el más emocionante. Hay iniciativas incipientes, como Trustlines, Holochain, Sikoba, Waba y Defterhane, que buscan crear un híbrido entre alternativas más antiguas, como los sistemas de crédito mutuo, y las arquitecturas de cadenas de bloques sobre las que se construyen las criptomonedas. Tienen cosas en común tanto con los partidarios de la teoría monetaria moderna, que considera que el dinero entendido como mercancía es un atraso, como con los promotores de las criptomonedas, que quieren sacar al gobierno de la ecuación.
Las criptomonedas suscitaron una oleada de creatividad, aunque en gran medida esta se echó a perder en una corriente tóxica de especulación. Por otra parte, los movimientos localistas que promueven el crédito mutuo tienen ideas potentes, pero a menudo no logran darles difusión ni diseminarse. Los grupos más innovadores están explorando las posibilidades creativas que ofrecería la unión de ambos sistemas para solucionar las carencias que tienen por separado.
2020 es el año que cambió el mundo tal como lo conocíamos.
A medida que el coronavirus se ha expandido por el planeta, destruyendo la salud y la riqueza de muchos países, también se han vuelto más aparentes la desigualdad, la injusticia social y los efectos a largo plazo del racismo sistémico.
El confinamiento es “el mayor experimento psicológico de la historia”: Elke Van Hoof, experta en trauma y estrés
Al mismo tiempo se han multiplicado las protestas contra esas injusticias. Desde el movimiento Black Lives Matter a la lucha por cerrar la brecha de género, ¿pueden los seres humanos dar un vuelco a su realidad y construir una sociedad mejor a partir de las ruinas de la pandemia?
El historiador holandés y fenómeno en las redes sociales Rutger Bregman cree que ésta es nuestra mejor oportunidad para hacerlo.
“Proyectos estúpidos de filantropía”
Los libros de Bregman, especialmente “Utopía para realistas”, han sido traducidos a más de 30 idiomas y han sido leídos por millones de personas en el mundo.
El historiador se volvió famoso por usar la historia para desmantelar el mito del misántropo, la idea de que, ante la primera oportunidad, los seres humanos demuestran que son egoístas por naturaleza.
Bregman promueve colocar en cambio otra cualidad como valor central: la benevolencia o amabilidad.
El autor se volvió una sensación de la noche a la mañana cuando le dijo a un grupo de millonarios reunidos en el Foro Económico Mundial en Davos que “dejaran a un lado la hipocresía”.
“Volaron en 1.500 jets privados a este encuentro para escuchar hablar a David Attenborough sobre cómo estamos destruyendo el planeta”, señaló Bregman.
El historiador agregó que en lugar de debatir “proyectos estúpidos de filantropía” los magnates debían centrarse en cambio en “el problema real de la evasión de impuestos, y en cómo los ricos no están aportando lo que deben”.
Cada crisis puede ser una oportunidad de cambio
“Los historiadores saben que las crisis pueden ser coyunturas decisivas para la sociedades”, dijo Bregman a la BBC.
Hablando por Zoom desde su casa en Holanda, el historiador no sonó muy optimista en un principio.
“Es fácil imaginar cómo la crisis del coronavirus puede conducirnos a un callejón oscuro. La historia nos dice que aquellos en el poder tienden a abusar de estas crisis”, afirmó.
“Basta mirar al siglo XX: el incendio de la sede del Reichstag, el Parlamento alemán, en 1933, y el ascenso de Hitler es un ejemplo. Y luego de los ataques en las Torres Gemelas hubo dos guerras ilegales y operaciones masivas de vigilancia de los ciudadanos por parte de los gobiernos”.
Pero también hay razones para mantener la esperanza, ya que ideas que hace unos pocos años eran consideradas “demasiado radicales” se están volviendo populares.
Bregman se refiere a ideas como “mayores impuestos para los ricos”, o un nuevo “acuerdo verde” (green deal) para combatir el cambio climático, o un ingreso universal básico para erradicar la pobreza.
“Hace cinco años, ninguna de esas ideas estaban sobre la mesa”, afirmó. Pero ahora “son discutidas por gente que toma decisiones en todo el mundo”.
Acabar con el racismo, la desigualdad y la pobreza
Bregman apunta a una especie de paradoja: a menudo, cuando las cosas parecen peores que nunca, es porque ya comenzaron a mejorar.
“Cuando ves la indignación ante la desigualdad, la pobreza, el racismo, es porque estás comenzando a ver progreso”.
Bregman pone como ejemplo el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos y otras partes del mundo.
“Podemos pensar que el racismo está empeorando, pero ahora estamos hablando sobre él más que nunca”.
“El racismo está arraigado profundamente en nuestra historia”, afirma el historiador.
Pero ver que la gente lo rechaza y denuncia globalmente “es un motivo de esperanza, ya que muestra que podemos y debemos cambiar esta realidad”.
El autor aplica el mismo razonamiento a la evasión de impuestos.
“Todas las multinacionales, todos los billonarios que esconden su dinero en paraísos fiscales… Estos son temas que nadie discutía hace 15 años”.
Pero ahora más y más personas critican esas acciones y las consideran inaceptables e inmorales.
“Hablamos sobre este tema cada vez más y nos causa indignación”.
Quién importa en la sociedad
Para Bregman, uno de los momentos más interesantes de la pandemia ocurrió cuando los gobiernos elaboraron listas de “trabajadores esenciales”.
“Cuando ves estas listas te preguntas, ¿dónde están los banqueros y los gerentes de los fondos de inversión?”.
Todo el mundo se dio cuenta de que “los trabajadores que realmente eran importantes eran los recolectores de basura, las maestras y los maestros, las enfermeras y los enfermeros…”.
“Los trabajadores que no reciben los salarios más altos, o que ejercen las profesiones menos prestigiosas, resultaron ser esenciales”.
Bregman cree que éste puede ser un momento definitorio para los niños de toda una generación que aún deben elegir a qué dedicarse “cuando sean grandes”.
“Podríamos repensar el valor del trabajo. En las década de los 80 y 90, para muchos jóvenes el éxito significaba trabajar en Wall Street o Silicon Valley.”
Pero tal vez los adolescentes y niños de hoy en día piensen: “Quiero hacer un trabajo que realmente haga una diferencia, quiero contribuir algo de valor a la sociedad”.
Pago justo y respeto
“Estamos hablando aquí de dos cosas: la redistribución del respeto y la redistribución del ingreso”.
Y hay algo más: “La idea de un ingreso universal básico, dar a cada persona un ingreso que sea suficiente para cubrir sus necesidades básicas de comida, techo y vestimenta”.
Bregman afirma que el ingreso universal básico sería una forma efectiva de combatir la desigualdad, la pobreza y la inestabilidad laboral.
Y ese ingreso también daría a los trabajadores esenciales mal remunerados “mucho más poder de negociación” a la hora de realizar una huelga.
“Sabemos por investigaciones recientes que en las economías modernas, cerca del 25% de los trabajadores piensa que su trabajo no agrega nada de valor”.
A menudo estas personas “tienen salarios fabulosos y fueron a las mejores universidades” pero aún así no saben cuál es el valor de su aporte.
“Es un verdadero desperdicio que no podemos darnos el lujo de permitir. Espero que la crisis del coronavirus también promueva cambios en ese sentido”.
Bregman quiere que la gente deje de pensar “estoy cansado de escribir informes que nadie va a leer”, y afirme en cambio “podría hacer algo valioso con mis habilidades y talentos”.
La generación que cambiará el mundo
“Lo que estamos viendo ahora es un vuelco generacional”, señaló Bregman.
Greta Thunberg
La gente joven de hoy en día “es la generación más progresista que jamás existió”.
“Estos jóvenes son prodemocracia, quieren cambios, son conscientes de los peligros del cambio climático y están indignados ante la creciente desigualdad”.
Bregman cree que si se permitiera votar solo a los menores de 40, habría gobernantes muy diferentes en el mundo.
“En Reino Unido, los Laboristas ganarían en todas partes. Y en Estados Unidos, Bernie Sanders sería el candidato con más probabilidades de ganar las elecciones presidenciales en noviembre”.
“Seas de izquierda o de derecha, debes aceptar una realidad: esta nueva generación va a cambiar todo”.
“Supervivencia de los desvergonzados”
Algo que impulsa a la generación joven, según Bregman, es el rechazo de la actual élite y su comportamiento, que les resulta intolerable.
“Las élites elaboran las reglas para el resto del mundo, pero esas reglas no se aplican cuando se trata de ellas mismas”.
Bregman citó varios ejemplos.
“Mira lo que sucedió en Reino Unido con el asesor principal del gobierno Dominic Cummings. Claramente violó las reglas del confinamiento, pero no renunció”.
“Esto es algo que podríamos llamar supervivencia de los desvergonzados”.
El historiador afirma que una de las características más extraordinarias de los seres humanos es su capacidad de sentir vergüenza o remordimiento. “Es algo muy importante para que funcione la sociedad”
“Somos una de las pocas especies en todo el reino animal que puede sonrojarse. Es muy, muy importante que podamos hacerlo, porque esto nos permite confiar unos en otros y cooperar”, afirmó Bregman.
“Pero cuando lo piensas, ¿cuándo fue la última vez que alguien como Boris Johnson en Reino Unido o Donald Trump en Estados Unidos se sonrojaron o avergonzaron por algo?”.
“Creo que es muy preocupante que hayamos construido estos sistemas políticos que permiten la supervivencia del desvergonzado. Ya no somos muy eficientes a la hora de monitorear a los que están en el poder y hacer que respondan por sus acciones”, agregó Bregman.
“Hay mucho trabajo por hacer en ese sentido”.
Olvida el optimismo, se trata de la esperanza
Si Bregman fuera a dar un consejo a alguien de 15 años, ese consejo sería: “No tienes que ser optimista. El optimismo es una forma de complacencia”.
El historiador quiere que la gente joven vea con desconfianza el mensaje de que “todo va a estar bien”.
“Claramente eso no es cierto. Hay muchas cosas muy, muy preocupantes: el cambio climático, la extinción de especies…”.
Y hay mucho trabajo por delante: “Debemos hacer algo que jamás se logró en tiempos de paz, debemos revolucionar y transformar completamente toda nuestra economía en apenas un par de décadas”.
“Lo que sí puedes tener es esperanza, algo que es muy diferente del optimismo”, afirmó Bregman.
“La esperanza incluye la posibilidad de cambio. Es lo que te impulsa a actuar y a ser parte de la solución”.
“Y hay muchas razones para tener esperanza: pensemos en los últimos cinco años”.
“Hemos visto el mayor movimiento de justicia climática en la historia, disparado por una adolescente sueca de 16 años. Hemos visto las enormes protestas contra el racismo en Estados Unidos, las mayores durante mi vida…”.
“El espíritu de estos tiempos está cambiando y estamos entrando en una era diferente, tanto en la ciencia como en la sociedad”, señaló el historiador.
“Nuestro superpoder secreto como especie es cooperar, y eso está ocurriendo ahora mismo”.
“El cinismo está obsoleto. Es la era de la esperanza”.