En 1954, unos años después de que India obtuviera su independencia, el gobernador del estado indio occidental de Rajasthan y otros luchadores por la libertad que habían pasado un tiempo tras las rejas durante la lucha por la libertad, decidieron reimaginar la estructura carcelaria colonial. Planearon las primeras prisiones abiertas del país, que existen hasta el día de hoy y funcionan esencialmente como pequeñas aldeas donde las personas que están cumpliendo sus sentencias son libres de vivir con sus familias y trabajar siempre que respeten algunas reglas clave, incluida la rotación diaria.